Desde las profundidades de las Highlands de Escocia, Glenmorangie lleva más de 175 años creando deliciosos whiskies single malt. En 1843, el granjero William Matheson y su esposa Anne siguieron sus sueños y fundaron la Destilería Glenmorangie en una granja de las Highlands. Desde entonces, la destilería de Glenmorangie ha estado creando maravillosos whiskies en el mismo lugar. Partiendo de agua, madera, levadura y cebada, elaboran su característico espíritu afrutado y delicado en alambiques altos como jirafas, para dar más espacio al sabor y al aroma.
En la sala Punch Room del Hotel Madrid Edition, asistimos a un maridaje increchendo del Glenmorangie Grand Vintage 1997: “Los ángeles de la destilería, con 23 años, una joya singular”, explicó Daniel Sempere, protagonista de guiarnos durante la noche. Comenzamos degustando su buque insignia, el Glemonmorangie The original de 10 años acompañado de una ensaladilla con mayonesa de oliva de Kalamatay y boquerones ahumados y fuimos subiendo entre los aromas del ceviche a su 18 años, un whisky maquillado más especial. La degustación de ocho platos selectos se detuvo en su Nectar d’Or, la alta costura de la casa, matices de vino de Sauternes francés, sin duda, un viaje a la capital de la moda. La noche se despidió con un toque dulce —junto a un choux de café con avellanas y unos toques de frescor de fresas— catamos su Glenmorangie Signet, con un proceso de elaboración único en el mundo: “el Whisky Moca”.
Desde los más dulces aromas de Glenmorangie Néctar d’Or hasta la frescura de Glenmorangie The Original, cada botella de Glenmorangie cuenta una historia única de maestría artesanal y experiencia acumulada a lo largo de generaciones.