Las mejores camisas blancas para vestir bien en la oficina, durante el fin de semana y en bodas, bautizos y comuniones
Un hombre nunca tiene suficientes camisas blancas. Sobre todo ahora que el departamento se ha diversificado y existen modelos para todas las ocasiones posibles.
Si crees que el único hábitat natural de las camisas blancas es la oficina, te pediremos una breve reflexión para replantearte este axioma. Si bien encuentra en el traje con corbata su mayor aliado, el paso de los años ha dejado claro que esta prenda merece ser también parte de nuestros looks diarios fuera de la oficina (y sin que cuenten como horas extra).
¿No nos crees? Prueba a combinarla con un vaquero relajado y un botín de piel negro. Después, con un pantalón beige y unas zapatillas retro. A continuación, con unas bermudas XXL, las que más verás esta temporada estival, y unas sandalias de tiras (con o sin calcetines, tú decides). ¿Y con un pantalón de pinzas sobredimensionado? Añádele a este look una americana oversize y darás con el nuevo ‘uniforme de oficina’, muy en línea con los trajes poderosos del Armani de los años 90. Si no, siempre puedes apostar por la opción segura y esconderla bajo todos tus jerséis para que tus looks más casual viren hacia una mayor sofisticación con un solo gesto. Y podríamos seguir.
¿Veredicto? Si no tienes una colección de camisas de color blanco guardada en tu armario, ya vas tarde. Tanto de confección en 100% algodón como en lino, textil perfecto para los meses de verano; tanto regular fit como de silueta sobredimensionada o de corte ajustado, con pequeños logos bordados al frente y de diferentes cuellos, del americano, italiano y francés al Mao e incluso el cubano; hay una selección mucho más amplia de lo que te crees. Pasarás de vestirla únicamente en ocasiones especiales a recurrir a ella cada día del año.
¿Cómo conservar las camisas blancas en perfecto estado para vestirlas hasta la eternidad?
De nada sirve tener la prenda perfecta si las condiciones con las que se trata no corresponden al modus operandi idóneo. Y es que, si bien su diseño es minimalista y fácil por antonomasia, la camisa blanca sí requiere de unos procedimientos concretos (los cuales tienen que ver mayormente con el proceso de lavado) para que esta siempre muestre la mejor versión de sí misma tanto en la oficina como en el asfalto o en un encuentro especial.
- A la hora de lavarla, métela en la lavadora del revés para que no se estropee el perfil frontal, que es el que todo el mundo puede ver. Este consejo es especialmente recomendable si la camisa cuenta con detalles extras, como un bolsillo plastrón o el bordado de un logo o tus iniciales.
- Cuando la introduzcas en el tambor, asegúrate de que todos los botones están desabrochados para que estos no se estropeen durante el lavado.
- Ten en cuenta que el algodón encoge con el agua caliente, por lo que asegúrate de que la temperatura del agua no supera los 30 grados. Tampoco recurras a la secadora si no quieres encontrar una versión minion de tu camisa. ¿La ventaja? La gran mayoría de lavadoras cuentan con un modo de lavado específicamente pensado para las necesidades de esta fibra natural. Ante la duda, siempre puedes lavarla a mano.
- Es cierto que la lejía ayuda a potenciar el blanco de nuestras prendas, pero puede estropear la integridad de las fibras si se usa en dosis exageradas o con mucha frecuencia. Desde nuestro punto de vista, mejor recurrir a una fórmula blanqueadora de supermercado o de tintorería antes que a los remedios caseros.
- A la hora de dejarla secar al aire y posteriormente de guardarla en tu armario, cuélgala de una percha para que no pierda su forma natural ni te encuentres arrugas imposibles y abrocha el primer botón para que el cuello no se deforme.
- Cuando vayas a planchar la camisa, busca las etiquetas cosidas en su lateral interior para comprobar si esta admite planchado y, si es así, a qué temperatura debe llevarse a cabo. Por norma general, tanto el algodón como el lino permiten temperaturas de entre 140 y 210 grados, pero es esencial que lo corrobores previamente para no calcinar el tejido.